miércoles, 14 de noviembre de 2012
Imagino que a todos nos sucede alguna vez.
Todos nos damos cuenta en algún momento de lo mal que hacemos las cosas. De lo traumado de nuestras acciones, y de la facilidad para alejar a quienes queremos cerca.
No sé.
No puedo ponerte en palabras lo que siento. Y aunque fueron miles los mensajes tratando de hacerlo sé que me quedé corta... porque sé que si me hubieras dado la oportunidad hubieras entendido. Por más de que me diga un millón de veces que no queres saber de mi, que no tiene sentido seguirte pensando... no sé. Aunque trate de convencerme no puedo elegir NO tener ganas de estar con vos. Como te dije: capas estoy flashando. Perdida en la idealización... No lo creo. Me duele y me enojo conmigo misma porque sé todo lo que me gustaste siempre. Porque mis malditos fantasmas no me dejaron estar tranquila. Porque me encantaría que puedas entender que no es fácil, que me pasaron muchas cosas. Que no sacar conclusiones es casi imposible, que me adelanto, que quiero ir antes de los hechos, que creo poder anticiparme a que me lastimes y ahí... ahí mismo, en ese momento es donde... lo arruino todo. Y no me importa, generalmente me termina dando igual. Pero ahora... algo se accionó, algo dentro se movió. Me cayó la ficha.
Y no sé qué pensas, no sé qué sentís. No sé si sentís...
Qué sé yo. Vos no tenes por qué cargar con mis traumas. Y lo entiendo. Y está bien.
Y sé que no vas a resolver las cosas de la forma que mejor me parezca... Pero no sé. No entiendo qué me pasa, así que no sé cómo puedo estar esperando que vos lo hagas. Perdón. Sé que no se pide, se gana. Pero no sé cómo acercarme...
Y aunque tenga mil "no sé" te los comparto, porque no me nace otra cosa.
Y pienso que debería dejar de pensar, que quizá es tan simple como que no te interesa y ya.
No lo sé.
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