Feliz primer mes fallido. No llegamos, no lo cumplimos. No pudimos, se nos fue de las manos. Nos ahogaron los miedos. Nos acorralaron y presionaron, sacando cosas que aún debían permanecer dentro. No le dimos tiempo a los cimientos de establecerse; No me alcanzo el tiempo, perdón. Ahora tengo que escribir lo que siento, regalárselo a una hoja en blanco que va a ir a parar a ningún lado, al olvido. A donde quisiera enviar todo lo que me inunda el pecho; 

No te buscaba, puedo jurar que no te buscaba. Jurarlo como los cientos de personas que juran que el momento perfecto es ése, aquel que no esperas; No estaba lista para enamorarme, para creer, para perderme en lo oscuro de tus ojos, en lo cálido de tu abrazo interminable. El olor de tu piel, la suavidad del primer beso; La sutileza con que me tomaste la mano por primera vez, y la firmeza con que prometiste no soltarla más. Tu aliento en mi cuello mientras compartíamos la cama, y cómo nuestros cuerpos parecían encajar perfectamente. Tus manos extraviadas acariciándome el pelo con torpeza. Esa torpeza que trae consigo la vergüenza, el miedo a equivocarse, a avanzar de más. A que lo que está entre esas manos nerviosas se evapore, como un fantasma; Tus ojos mirando mi cuerpo desnudo y ese gesto tan tuyo de morderte los labios. El primer desayuno que me dejaste en la cama, que pretendía ser uno de miles y que condenamos a ser el único. El juego de besos con que demostraste no poder resistir la tentación de terminar de nuevo enredados, en cuerpo y alma, sobre la cama; Hoy tengo la convicción de que no existe desayuno mejor que ese juego que inventaste para nosotros. Que todavía sigo perdida entre tu sonrisa enorme y tus ojos. Que ya no duermo completa en mi cama, porque sé que una parte de mí se quedó entre tus manos la última vez que me abrazaste; Feliz primer mes fallido, de algo, de lo que sea, de lo que intentamos construir. 

El tiempo es tirano, mi amor. 

Te guardaré por siempre en mi corazón. 

ATTE: Una morsa a la que supiste hacer tan tuya.